viernes, 1 de julio de 2011


DE LAS MUCHAS MANERAS DE MENTIR.
Las primeras proclamas de los militares sediciosos en 1936 eran en defensa de la República. Decían que corría el peligro de caer en manos de la barbarie bolchevique y, ni cortos ni perezosos, se dispusieron a salvarla. Lo que no decían es que clase de república querían salvar. Dejaban la frase sin terminar, se comían los adjetivos. Mientras el pueblo luchaba por una república popular, ellos estaban pensando en una república fascista. Pero, si prescindimos de los adjetivos, resulta que la pandilla de sediciosos defendían lo mismo que el pueblo. Parecerá una mentira burda y estúpida que nadie va a creer, sin embargo, hoy en día, setenta y cinco años después, todavía tiene fieles seguidores entre el pueblo. 
 
El famoso escritor, de cuyo nombre no quiero acordarme, sostiene en una entrevista que ahora, lo valiente es estar en contra del aborto. Como si la 'valentía' fuera algo en si misma. Como si el valor fuera algo independiente de la causa. Por ese camino, para negar las teorías de Darwin, lo que hace falta es un valor heroico, en vez de una torpeza supina. Así se entiende lo ufanos que viven algunos ex-presidentes después de haber soltado en sus cátedras, nacionales e internacionales, la ristra de embustes mas grande que pueda imaginarse. Es otro sistema de no decir la verdad. Consiste en todo lo contrario al utilizado por los sediciosos, en vez de olvidar el adjetivo, lo utilizan para ocultar el auténtico sustantivo. Dejan de hablar del ciudadano libre pero ensalzan desmesuradamente 'la libertad'. Así, el pueblo y los capitalistas claman al unisono por la libertad, sólo que los trabajadores la necesitamos para defender nuestros derechos, mientras que el capitalismo la utiliza para robar.

Para embuste el que soltó la lideresa madrileña hace unos años: '… ahora lo progresista es ser de derechas...' ¿Se puede decir majadería más grande? Seguramente no y, como premio a semejante hazaña, los madrileños llevan décadas obsequiándola con su voto. Por no hablar de nuestro insigne Jordi Pujol, venerado por los 'botiguers' y ciudadanos biempensantes que siguen votando a sus herederos. El buen señor, el día antes de las elecciones, les decía que se habían terminado la competencia desleal de los gigantes comerciales y, sin el mas mínimo rubor, el día siguiente a las elecciones, una vez ganadas, autorizaba tantas grandes superficies comerciales como hiciera falta. Y no lo hizo una sola vez, soltaba la misma trola cada vez que se presentaba. ¡Ganó siempre! Utilizaba el viejo método de mentir que consiste en 'donde dije digo, digo Diego'.

'[...] el Estado liberal vino a depararnos la esclavitud económica, porque a los obreros, con trágico sarcasmo, se les decía: «Sois libres de trabajar lo que queráis; nadie puede compeleros a que aceptéis unas u otras condiciones; ahora bien: como nosotros somos los ricos, os ofrecemos las condiciones que nos parecen; vosotros, ciudadanos libres, si no queréis, no estáis obligados a aceptarlas; pero vosotros, ciudadanos pobres, si no aceptáis las condiciones que nosotros os impongamos, moriréis de hambre [...]». Y así veríais cómo en los países donde se ha llegado a tener los Parlamentos más brillantes e instituciones democráticas más finas, no teníais más que separaros unos cientos de metros de los barrios lujosos para encontraros con tugurios infectos donde viven hacinados los obreros y sus familias, […]'

¿Puede alguien negar la veracidad de estas palabras? Sin embargo no son parte de ningún discurso o intervención en las asambleas de la plaza del Sol o en la de Catalunya, ni el futuro relato a su nieto de un militante de Democracia Real Ya. Es el fragmento de un discurso de José Antonio Primo de Rivera, fundador y máximo icono del fascismo español. Es un ejemplo de demagogia que es la forma de mentira más deleznable: Nos presentan una bonita bolsa hecha de atractivas palabras pero llena de mierda.

No obstante, de todas las clases de mentiras, las que tienen consecuencias más patéticas, son las que nos contamos nosotros mismos. Pondré un ejemplo: Estamos en pleno centro de una de las barriadas obreras más populosas de la ciudad y de cuyo nombre no hace falta que me acuerde. Se está celebrando una asamblea convocada por los indignados de la zona como extensión y continuidad de la lucha que sostienen los acampados en la plaza de Catalunya. Ha sido un éxito. La cacerolada retumba contundente. La cosa se resuelve en una manifestación hasta las puertas de la concejalía. Alguien protesta porque la iniciativa no se ha votado en la asamblea. De hecho, la asamblea no ha tomado ningún otro acuerdo que el de mantener una mesa informativa y repetir la experiencia el siguiente miércoles. Ambos acuerdos se han tomado por aclamación,aplaudiendo con el gesto de manos que antiguamente se utilizaba para decirle a los bebés aquello de '¡palmas, palmitas...!' No está claro si alguien ha levantado acta y quien va sostener el par de acuerdos.

El caso es que el miércoles siguiente vuelve a ser un éxito de gente, se hace autocrítica y se ve la necesidad de formar comités que preparen las asambleas, las moderen y sostengan los acuerdos. Pero hay quien dice que eso es empezar a formar aparato de poder, que por ahí vamos mal, opinan que la asamblea no sólo ha de servir para tomar decisiones, sino que también ha de servir para aprender y debatir, sin delegar nada. Se habla muy poco de las motivaciones iniciales e incluso se rechaza que se venga con problemas concretos. Llevamos más de dos horas de asamblea en plena calle. Hace fresco, la gente empieza a irse. Las intervenciones entran en un bucle sin fin sobre como hay que hacer y no sobre lo que hay que hacer. La forma interesa más que el fondo. Por fin se decide formar tres comités cuyos nombres coinciden con algunos de los nombres que llevan los comités de la plaza Catalunya.

¿Nos estamos engañando a nosotros mismos con tanto lirio en la mano? ¿Con tanta pureza democrática en las formas y ni una mala reivindicación en las mochilas? ¿Realmente somos conscientes que los fines planteados en los titulares del movimiento que surge a partir del 15-M significan un largo y duro, durísimo, trayecto? Resulta difícil creer que tanta filigrana asamblearia sea sostenible cuando al superlimpio Puig le llamen sus jefes de la banca. Más valdría preocuparnos por conseguir mas nueces y formar menos ruido. Mas plataformas con las reivindicaciones que nos unen a todos y menos purismos asamblearios. Otra cosa dará lugar a la mentira popularmente conocida como 'marear la perdiz'.
Juanma.

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